Muchas veces discutimos por tonterías y peleamos hasta ofendernos, pero no pasaban más que pocos días para volver a buscarnos y darnos un abrazo con una disculpa y lágrimas en los ojos que hacían notar aquel arrepentimiento que nos lastimaba.
Aunque esos tiempos eran oscuros nada cambió, y mi amigo sigues siendo tú, como lo eras ayer, nada ha cambiado pues u y yo seguimos siendo fiel.
Si alguna vez te fallé te pido perdón, yo quiero compartir contigo tu vida y estar a tu lado en tus momentos de gloria, tus triunfos y hasta aquellos sufrimientos que estorban en tu mente y corazón, quiero reir y tal vez llorar, pero lo que mas quiero es que sepas que conmigo puedes contar.