lunes, 1 de noviembre de 2010

Mi vida en la Escuelita

En la infancia viví gratos recuerdos,  como cuando se ingresa por primera vez a adquirir conocimientos bajo la dirección de la profesora,...  será buena,  paciente, molesta?, cuántas angustias, hasta que llega el momento de ocupar el asiento, ir entablando amistad, compartir una sonrisa, un lápiz, un trato.
Llegar, mirar otro ambiente, y tener un nuevo mundo de relaciones, amigas nuevas y gente nueva por conocer que generan una etapa de vida distinta a la que tenemos en casa.
Aquel segundo hogar que nos hacen conocer las profesoras con ojos dulces y soñadores que forman para un mañana seguro y lleno de ilusiones.
Como olvidar ese primer día cuando mamá me llevaba de la mano hasta la puerta del aula para darme seguridad, dandome un beso y un fuerte abrazo se despedía de la forma más sutíl para que no vaya a llorar, pero como siempre, las mamás son las más sencibles porque sienten que su pequeña hija empieza a crecer.
Cuando llegaba la hora del receso todo era miedo e inseguridad, los más grandecitos corría o estaban reunidos por grupos, pero los recién llegados estabamos sentados separados, uno por cada esquina...aquella niñez de escuela.
A la salida de clases mamá estaba para recogerme en la puerta, era muy lindo y me ponía muy feliz al saber que mamá no se olvidó de mí y estaba ahí con alguna golosina por ser una "niña buena" y quedarme en la escuelita.
Son lindos momentos que ahora se los recuerda con la mayur dulzura por la inocencia con que se vivían esos instantes y las pequeñas ocurrencias que teníamos.