Fué tan duro tener que salir de aquel lugar en el que aprendí muchas cosas, en el que nací y crecí con cada una de las pequeñeses que me brindaba pero siempre con la amabilidad y caridad de la gente que lo rodea.
Al verlo o pensarlo desde lejos siento que muere tendido en aquella colina, ese valle encantado que nos permitía tener una vida tranquila y serena fué el lugar en que el quedó mi hogar.
Ahora! aunque hubiera querido traer muchas cosas de él, tan solo me toca cargar con su recuerdo, por imaginarne todo lo que viví y lo que anhelaba pasar cuando vivía en él.
La compañía y el recuerdo que traje conmigo fué aquella pena y abandono que sentía al salir de ahí.
Es una ley de la vida tener que abandonar un lugar al que estabas acostumbrado para poder progresar, pues, aunque mi lugar natal es el más tranquilo y hermoso en el que podía vivir, no me podía ofrecer un triunfo más para mis sueños.
Muchas personas partimos de aquel lugar y otros partirán cuando les llegue el momento, pero lo que es importante y acogedor de todo esto, es que en el lugar donde nos encontremos siempre recordamos nuestro lugar con el mayor orgullo y anhelo posible.