Se convirtió en una jovencita digna de aplaudir, su vida era perfecta y no solía mentir, soñaba que la amaban y con ello jugueteaba, vivía de mil colores porque su vida valoraba.
El tiempo pasó y sus ojitos encontraban la realidad, a veces olvidaba de sus manitos juntar y acostada sobre su almohada empezaba a soñar.
Aquellos sueños de niña se convirtieron en realidad, ella formó su familia que miraba con felicidad, impaciente por la espera, inquieta por la entrega; ella tuvo una niña con la que conoció el amor de mamá.
Era una bebé hermosa de piel blanca y labios rojos, era de ojos grandes que miraban bien sus ojos.
La niña creció y aprendió a hablar, decía tantas cosas y no solía parar, es imposible de no poder amar, a un pedacito de cielo que un día dijo: mamá